martes, 25 de febrero de 2014

Entremés de "El Traje Milagroso”. (De Teatrillos Di Versos) Primer Premio del III Certamen de Teatro Ciudad de Bailén. Teatro clásico para jóvenes.



(El Traje Milagroso en el Klub Lávka de Praga. Dirección: E. Lucena)

El “Capitán Matasiete”, no es capaz de ver el traje invisible que le muestra una moza, que cansada de sus bravuconadas, le convence de que ese traje sólo lo pueden ver los hombres muy machos.  “El entremés del traje milagroso”, forma parte de una obra más amplia, titulada “Teatrillos di versos”.   Disfruté mucho escribiendo estos textos, porque era como jugar.  Jugar con las palabras, con los versos y con las situaciones.  Dibujar y colorear personajes a los que luego colocaba en divertidos enredos.  En este entremés, en concreto,  quería jugar con varios elementos.  Por un lado, me apetecía, divertirme con un personaje clásico de la “comedia del arte”: el capitán español, ese fanfarrón, vacío e hilarante, que tanto juego da en escena.  Y por otro lado, quería colocar este muñequito, en un contexto argumental conectado con el   “Retablo de las Maravillas” de Cervantes o el “Traje nuevo del Emperador” de Andersen.  Pero, en fin, además de diversión, quería dotar a mi juguete de un mecanismo, de un contenido y de una utilidad.  En definitiva de un discurso crítico con el machismo y el militarismo, y que invite a la tolerancia.  ¿Jugamos? 



Moza.- Capitán, vamos, dejadme
que soy yo mujer honesta.

Capitán Matasiete.- Es que acaso os molesta
la compañía del más grande
y más valiente de todos
cuantos de hembra han nacido.

Moza.- Señor cuidad vuestros modos
que os encuentro, algo atrevido.

Capitán.- Pero, ¿sabes con quién hablas?

Moza.- Con el Capitán Matasiete.

Capitán.- Escuchadme un periquete,
algunas de mis hazañas.


Moza.- Mas, sin tocarme el culete.

Capitán.- Alto, niña, que me arañas,
y has de saber, que en “Españas”
desde el Cid el Campeador
no hubo otro mejor,
más machote y más galán,
que Matasiete el Capitán.
Yo, niña, maté a un millón
tan solo de un coscorrón,
conquisté países lejanos
teniendo atadas las manos
únicamente soplando.

Moza.- ¿No estará, usted, exagerando?

Capitán.- Sin daños colaterales
bombardeé mil ciudades,
tirando contra ellos, mocos,
conseguí volverlos locos.
Y una noche, escuchad...

Moza.- Es que tengo que marchar.

Capitán.- Estaba bebiendo una copa,
y me quise, yo, apostar,
cuando África y Europa,
estaban aún juntadas,

que podría yo formar
un Estrecho en Gibraltar,
y con dos o tres patadas,
haciéndole un paso al mar,
dejé ambas separadas.

Moza.- ¿Formasteis vos el estrecho?

Capitán.- Es que, verás, me aburría.

Moza.- He de marchar, es un hecho,
si pudiera, quedaría,
para escuchar más batallas.

Capitán.-(Pulpo) Espérate, no te vayas,
quédate para probar
el amor de un militar.
¿A dónde vas con tanta prisa?

Moza.- (Abofeteándole) Es que soy algo insumisa.

Capitán.- ¿Insumisión?  A prisión.

Moza.- Esperad, no os enfadéis,
que aunque yo sea desertora
y enemiga de las guerras,
vuestra fuerza me enamora,
y sois tan machote y tan guapo
y tenéis la espada tan tiesa,
que os prometo, que en un rato,
volveré, y con sorpresa.

Capitán.- Os espero, guapetona.

(Vase la moza)

Capitán.- Y aunque sea pacifista
he de apuntarla en mi lista,
de conquistas facilonas.

Capitán.- Soy, tan ardiente guerrero,
que me aburro, sin batalla,
¿que veo en este agujero?
Matasiete, espera, calla.
Esta singular hormiga,
puede servir de enemiga.
¡Eh, tú, hormiga, para,
que llegó tu última hora!
No me pongas esa cara,
tranquila, que era una broma.

(Disimula, y de pronto desenvaina)

Capitán.- Lo de broma, era un engaño,
te voy a descuartizar.

Capitán.- (Recibiendo un pisotón) No seas bestia, me haces daño,
escucha, no vale pisar.

Capitán.- (Recibiendo un golpe)  No vale pegar tan fuerte.

Capitán.- (Cayendo al  suelo) Ay, ni hacer la zancadilla.

Capitán.- (Gateando en retirada) Voy a encontrar la muerte

en manos de esta hormiguilla.

Capitán.- (Suplicante, ante el insecto) Me rindo ante vos, señora
tened, conmigo, piedad.

(Vuelve la moza, que pisa la hormiga, y el Capitán, azorado, se incorpora y disimula)

Moza.- Ha llegado, ya, la hora,
de vuestro regalo, tomad.

Capitán.- Mientras estaba aguardando,
me entretuve batallando...

(La moza lleva una percha en la mano)

Moza.- ¿Queréis ver lo que os traje?

Capitán.- Sí.

Moza.- Un traje, señor, os traje,
mas, un traje, especial.

Capitán.- ¿No es un traje normal?

Moza.- Es un traje milagroso.

Capitán.- Contadme lo prodigioso.

Moza.- Su tela tiene poderes,
y podrán verlo: muchachos,
viejos, también mujeres,

y los machos que son machos,
pero no lo podrán ver
los varones que, por dentro,
sean en realidad: mujer.
  
Capitán.- ¿Los que llaman, mariquitas?

Moza.- Señor, tened respeto,
son personas como vos.

Capitán.- Enséñame el traje completo,
que a macho, nadie me gana.

Moza.- Pues, lo haré de buena gana,
¿qué os parece mi señor?

(La moza le muestra la percha vacía que lleva consigo)

Capitán.- Estoy esperando a verlo.

Moza.- Decidme vuestra opinión.

Capitán.- Mostrádmelo, y sabré hacerlo.

Moza.- Señor, lo tenéis delante.
¿Lo veis?

Capitán.- Regular.

Moza.- Tunante,
está ante vuestras narices.

Capitán.- ¿Es cierto eso que dices?

Moza.- ¿Acaso, señor, no lo veis?
Vamos, no disimuléis.

Capitán.- Lo veo.

Moza.- Qué divertido,
decidme, el tejido, ¿os gusta?

Capitán.- Me parece adecuado.

Moza.- ¿Y el color?

Capitán.- Anaranjado.

Moza.- Es negro.

Capitán.- Negro o naranja,
 son colores parecidos.

Moza.- ¿No os lo vais a probar?
Desnudaos, que no miro.

Capitán.- Así haré.

Moza.- No olvidéis, los botones abrochar.

Capitán.- ¿Botones?

Moza.- ¿No los veis?

Capitán.- Claro.

Moza.- ¿Cuántos son?

Capitán.- Por lo menos veintiséis.

Moza.- Cinco son.

Capitán.- Me equivoqué por muy poco.
¿Cómo me queda?

(El Capitán viste solo su ropa interior, ridícula y jocosa)

Moza.- ¿Estáis loco?
Ay, Dios mío,  qué risa,
poneos bien, la camisa,
que la tenéis del revés.

Capitán.- Habrá sido, por la prisa.

Moza.- Sólo os falta, ya, el sombrero.

Capitán.- ¿Cuál?

Moza.- El que tengo aquí en la mano.

Capitán.- Ya.

Moza.- Cogedlo vos, si queréis.

Capitán.- Voy.

Moza.- En la otra mano,
¿es que acaso no lo veis?
¿No os habréis vuelto...?

Capitán.- Señora, os ordeno que calléis,
soy el más macho de España.

Moza.- Pues ésta, que aquí os acompaña,
se marcha, y en fin,  ya sabéis,
si encontráis al caminar,
a quien no vea vuestro traje,
dadle vos este mensaje:
que no se ha de preocupar,
cada uno es como nace,
y hay que aprender a aceptar,
los deseos que uno tenga,
y me marcho, así que venga,
vuestro traje disfrutad.

(Vase la moza)

Capitán.- Habló de forma muy sabia,
y me gustó lo que dijo,
pero, ahora que me fijo,
esto me da mucha rabia,
porque, ante todo, atención,
yo soy un macho, un varón.
Pero, entonces, ¿porque no soy
capaz de ver este traje?
Debe ser, por un ultraje,
del destino o un accidente,

pero, ¿y si realmente,
me gustasen, ay, los hombres?
Y en vez de ser tan macho,
resulta que soy diferente.
Qué terrible situación,
pero, en vez de torturarme,
creo que debo aceptarme:
seguiré mi condición,
y a partir de este día,
no buscaré más mujeres;
a los hombres guapetones,
les haré proposiciones,
y quizás podré lograr,
el amor de un guapo mozo,
y me podré, hasta, casar,
por la iglesia, con mi esposo,
y cuando estemos a solas...

(Entra en escena otro bravo militar)

Capitán.- ¡El Coronel Trespistolas!

Coronel Trespistolas.- Humm.

Capitán.- (Cuadrándose) Señor.

Coronel Trespistolas..- ¿Qué es esto?

Capitán.- ¿A qué os referís?

Coronel Trespistolas.- A encontraros así,

de esta guisa y sin vestir.

Capitán.- ¿Sin vestir,
es que acaso mi traje,
no podéis distinguir?

Coronel Trespistolas.- ¿Qué traje?

Capitán.- Mi traje,
este negro anaranjado,
con cinco botones y encaje,
que a mí me han regalado.

Coronel Trespistolas.- ¿Os burláis de mi?

Capitán.- ¿Y tampoco veis el sombrero?

Coronel Trespistolas.- ¿Qué sombrero?

Capitán.- El que llevo ahora puesto.

Coronel Trespistolas.- Es muy raro todo esto,
yo no veo lo que decís.

Capitán.- Entonces, por consiguiente,
sois como yo, diferente,
y os ha enviado el cielo,
para que me deis consuelo.

Coronel Trespistolas.- ¿Que diablos?

Capitán.- Seremos los dos esposos,
y viviremos dichosos.

Coronel Trespistolas.- ¿Estáis loco?

Capitán.- De pasión.

Coronel Trespistolas.- ¿Queréis casar conmigo?

Capitán.- Así es.

Coronel Trespistolas.- Sin antes tener noviazgo.

Capitán.- Yo es que soy muy impulsivo.

Coronel Trespistolas.- Y yo muy tradicional.
Y si me queréis de verdad,
demostrádmelo pidiendo
mi mano, y ya iremos viendo...

Capitán.- Nuestro amor florecerá.

Todos.- Y aquí se ha acabado
de este modo amoroso
la farsa, que hemos llamado:
la de “El Traje Milagroso”.


(El Capitán Matasiete en "Esconded las Gallinas Que Vienen los Cómicos" de Teatro La Paca)

No hay comentarios:

Publicar un comentario